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Estación Alajuela

En el año de 1952 se desataron una serie de fuegos que hicieron a veces arder con un sol infernal los cielos alajuelenses. En enero de ese año se presentaron varios incendios causando un constante estado de alarma entre la ciudadanía.

Un grupo de ciudadanos se preocupó por el problema, la municipalidad dio acogida a la idea de fundar un cuerpo de bomberos y gracias a una moción del regidor Lic. Carlos Urbina F. se integró el Comité Pro Construcción del Cuerpo Bomberos.

El gobernador de Alajuela de esos tiempos, señor Luis Sibaja G., puso todo su empeño en hacer efectiva la idea; también se sintió el fuerte impulso, proyectado por el Ingeniero municipal señor Enrique Soto M.

La municipalidad donó un lote de su propiedad para construir ahí el edificio que albergaría al Cuerpo de Bomberos de Alajuela. Se trabajó con enorme pasión y todo aquello, más bien, parecía una competición de albañilería y carpinteros que una construcción.

Se nombró un comité de construcción integrado por ciudadanos de gran conciencia comunal, que de inmediato se lanzó a las calles en una cruzada histórica a pedir dinero para levantar la sede de los bomberos alajuelenses.

El comité acudió al comercio y, como obedeciendo a un solo dictado de conciencia, los comerciantes respondieron en forma excelente, a pesar de los pronósticos agoreros de algunos pesimistas.

El pavoroso incendio de la fábrica de aceites y grasas, ocurrido el 16 de abril del año 1952, marcó la pauta para desarrollar lo que hoy es el Benemérito Cuerpo de Bomberos de la Ciudad de Alajuela.

Varias máquinas de bomberos de la ciudad de San José acudieron a luchar contra del gran incendio, que tiñó de rojo los cielos de la ciudad del erizo en medio de las pavorosas explosiones de estañones de aceites.

El humo asfixiaba a la gente que corría desesperada, caían los postes del tendido eléctrico y en los patios de la fábrica ardían enormes depósitos de semillas de algodón haciendo un ruido pavoroso.

El Barrio del Carmen parecía convertirse en el infierno de El Dante y las estructuras ardían muy lentamente. La ciudadanía entera toma conciencia de que aquello no debía repetirse, la gente estaba comprometida y la cruzada Pro Cuerpo de Bomberos tomó un auge inusitado impulsado por un esfuerzo de un grupo de ciudadanos amorosos a su ciudad.

En el periódico La prensa Libre del 18 de octubre de 1952 el ciudadano Francisco Caballero convertido en sargento de un grupo de bomberos voluntarios lanza un vigoroso llamamiento de apoyo a la cruzada.

En este llamado, el señor Caballero indicaba que el grupo de voluntarios estaba entrenado intensamente para convertirse en bomberos de primera categoría y pedía colaboración de ciudadanos, así como de los sectores comerciales e industriales.

La construcción del edificio se inicia casi de inmediato y el Instituto Nacional de Seguros tomó autoridades locales, las cuales se veían impotentes para combatir el inmenso siniestro, en medio de la rabia y el dolor al ver arder una de las industrias más pujantes de esta ciudad.

Vehículos llenos de bomberos voluntarios josefinos se sumaban minuto a minuto a la lucha contra el colosal incendio y a las pocas horas de lucha ya se contaban las primeras bajas entre las filas de los heroicos bomberos.

El señor Fernando Valladares, luchando por hacer un tendido con mangueras de 1 ½”, recibió el golpe de una onda expansiva de una explosión, ahogándose y arrastrado por sus compañeros, salió del incendio en estado de neurosis.

Otros bomberos recibían quemaduras, sin embargo, se mantenían con gran heroísmo en las líneas de vanguardia, mientras Alajuela entera se desgarraba en un grito de dolor.

Otra tragedia ocurrida en Naranjo cuando se quemó una cuadra completa de establecimientos comerciales terminó de convencer a los más escépticos de la necesidad de contar de un Cuerpo de Bomberos en Alajuela.

En Naranjo hubo escenas de dolor similares a las vividas en el incendio de la Fábrica de Aceites y Grasas, heridos, pérdidas materiales cuantiosas, falta de agua y desesperación por carecer de los elementos necesarios para combatir el fuego.

En octubre de 1952 la ciudadanía alajuelense recibió un patético llamamiento el Lic. Carlos Urbina F. al informar que faltaban aún ¢6.000 colones para terminar el edificio y albergar al Cuerpo de Bomberos.

El elemento humano se sentía capacitado para combatir fuegos, pues se había entrenado a conciencia en las diferentes técnicas de uso de mangueras, extintores, escaleras, hachas, lonas de salvamentos y otros detalles técnicos.

El subgerente del INS Jorge Escalante B. mandaba todos los lunes por las noches a varios instructores de experiencia a entrenar a los bomberos alajuelenses, y como jefe superior de bomberos no se cansó de ayudarlos.

El 19 de marzo de 1953 el Cuerpo de Bomberos de Alajuela era una bella realidad. Ese día, en medio de la alegría de los alajuelenses, se inauguró oficialmente el Cuerpo de Bomberos con diversas ceremonias de gran colorido. Se contó con la presencia de 25 bomberos de Nicaragua, quienes comandados por el capitán Selva, participaron activamente en la ceremonia de inauguración, en un gesto altamente agradecido por los ciudadanos alajuelenses.

A las 9:30 horas se inició el desfile en los alrededores de la escuela Ascensión Esquivel. En medio de la alegría de la gente, se tomó rumbo a la Catedral en donde se celebró una solemne misa de tropa; el Pbro. Rodríguez procedió a bendecir a los bomberos con la presencia de los Ministros de Educación y Trabajo, el gobernador de la provincia y altas autoridades militares y civiles del país.

No bien se habían instalado los bomberos, cuando el fuego requería de toda su atención. Un cortocircuito en una instalación eléctrica en una residencia particular y un fuego en las líneas de Don Carlos Ardón, fueron las primeras emergencias atendidas por los bomberos manudos.

El 20 de marzo de 1953 comenzó la lista de alarmas atendidas por los bomberos alajuelenses, ese día a las 19:35 horas los novatos atendieron la alarma uno de su institución. Se trataba de un incendio forestal en los cañales de los señores Barrantes, según los datos proporcionados por tres muchachos que llegaron corriendo a la estación de bomberos. Quienes dieron la alarma fueron los señores Hugo Villalobos s, Guillermo Loría y otro joven solo conocido por el sobrenombre de José Veintiocho. De inmediato partieron los bravos muchachos vestidos con el legendario suéter rojo y pantalón caqui.

Ese día escribieron la primera página de una bella historia los bomberos Raúl Alfaro, capitán permanente; Mario González, operador de la unidad y los bomberos voluntarios.

También participó el entonces sargento Francisco Caballero, más tarde ascendido a capitán por sus grandes merecimientos en el combate de incendios.

La “Alarma dos” fue el 21 de marzo de 1953 por un conato de incendio en la casa de Jorge Luis Torre Solano, la “Alarma tres” el 23 de marzo de 1953 y los bomberos tuvieron que acudir a combatir un incendio en los cañales de Carlos Luis Ardón “Carrucho”.

Así continuó, paso a paso, marcando con caracteres indelebles, la maravillosa historia de un grupo de muchachos que un día decidieron formar un grupo para realizar una de las labores más heroicas: proteger la vida de sus semejantes.

Los bomberos fundadores fueron:

Capitán Raúl Alfaro Murillo

Jorge Luis Espinoza

Sargento Francisco Caballero

Omar Vargas O

Cabo Jorge Julio Moya F

Ricardo Baldi

Víctor Manuel Herrera S

Marcos Calderón S

Álvaro Molina M

Ángel Álvarez M

Roberto Sibaja M

Alfio Piva C

Neptalí Moreira G

Jorge A. Cruz B

Carlos Cordero V

José Arias N

Willy Lizano C

Norman Fernández Q

Héctor Sáenz R

Jorge Luis Zúñiga G

Miguel Ángel Cordero Z

Rafael Sáenz V

José Arias N.

Rodrigo Molina A.

Edwin Saborío G.

Eladio Solano P.

Alajuela
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